La muerte de un animal de compañía

Clr. Melina Amestoy

1/1/20222 min leer

Existen algunas creencias respecto al impacto psicoemocional que se pueden sufrir a causa de la muerte de los animales de compañía, que pueden dificultar el proceso duelo. Estas creencias causan comentarios inadecuados, que pueden sumar sufrimiento en lugar de ser facilitadores.

Antes que nada, quisiera aclarar que debido a las connotaciones cosificantes de la palabra «mascota» (el término hace referencia a objetos que poseemos, y no a seres vivos), me referiré a ellos como animales de compañía. La hermosura de la foto era Chancho, uno de mis compañeros de viaje.

La creencia mas habitual, y quizá la mas estigmatizante, es suponer que la muerte de un animal no se sufre tanto como la de un ser humano. Cuando lo cierto es que, si bien el amor no es cuantificable, varios estudios demuestran que no sólo se puede sufrir en la misma medida, sino que en algunos casos, incluso más. Aún así, con o sin estudios, nadie fuera de nosotros mismos puede juzgar qué medida de sufrimiento amerita que necesitemos atravesar un duelo. Y cuando nos toca asistirlo, tanto desde lo profesional como desde lo humano, nuestro lugar no es el juicio, sino el respeto por el dolor ajeno.

Además, esta creencia, contiene subcategorías basadas en los mismos prejuicios. Una clasificación falaz, que asocia el nivel de amor al que sean merecedores, al tamaño del animal, a sus capacidades cognitivas, especie, colores, etc.

Roerto una rata sin pelo de piel rosada y carita muy dulce
Roerto una rata sin pelo de piel rosada y carita muy dulce

"Un perro se entiende, ¿pero una rata?"

¿Porqué no?. Un corazón pequeño también puede ser amado.

Y más allá de los motivos, un foco orientado a la ayuda, está en la persona con su sentir. No vamos a sus porqués, ni a nuestras opiniones, acompañamos su experiencia desde la empatía.

Varios estudios¹- han arrojado que el impacto emocional por la pérdida de un animal, depende de la fuerza del vínculo y del rol del animal en la vida de la persona, y no del tipo de animal o de sus características.

Cuando una persona percibe que su pena no será tomada en serio, o no habrá un intento genuino por comprenderlos, es posible que no busque contención en su entorno social, ni ayuda profesional y decida transitar el duelo en soledad.

Los mismos profesionales de la ayuda, muchas veces cometen el error de conceder a este evento, una categoría menor que a otros duelos. A este respecto, recientemente se ha publicado un estudio, donde se provee a los Counselors de nuevas perspectivas para el abordaje de estos duelos en especial.

Otra mirada desafortunada que se desprende de lo anterior, es no dar crédito a las demostraciones de dolor por la pérdida. Como resultado, la persona no solo transita el dolor en soledad, sino que se enfrenta a una presión social que le sugiere guardárselo.

Deben lidiar con comentarios que suponen comparativas con otros duelos, como recurso para minimizar el evento y sus sentimientos al respecto.

Algunas de estas miradas habitan a la persona misma, en cuyo caso no se permiten sentir lo que sienten, se culpan, se ridiculizan. A veces en un intento por superarlo, otras para intelectualizarlo, y autoconvencerse de que esas miradas son ciertas, y su dolor, por lo tanto, debe ser un error de su parte.

Tanto las creencias en los demás como en nosotros mismos, pueden constituir un obstáculo y sumar dolor en lugar de aliviarlo.

Si estás atravesando un duelo por tu compañero/a animal, te animo a comenzar un proceso de Counseling para transitar este momento.