Empatía

Quizá puedas ponerte sus zapatos, pero caminarás con tu propia historia a cuestas.

Clr. Melina Amestoy

1/1/20252 min read

«Te entiendo», «yo ya pasé por eso», «te pasa lo mismo que a mi«, y un sin fin de frases que todos hemos dicho ante la experiencia de los demás. Pero ¿es realmente así?, si nos pasan las mismas cosas siendo personas diferentes ¿nos pasó lo mismo?. ¿Alguien nos entiende en realidad?.

Quizá nos pase lo mismo, pero no nos pasará igual, lo vivimos diferente, lo sentimos diferente, porque somos personas diferentes. La persona es mas grande que sus experiencias, y sus propias características los instrumentos que decodifican la realidad de una manera única. Entonces, a nadie le pasó lo mismo

Cuando creemos entender, y hasta sentir, lo que suponemos está sintiendo el otro, debido a que tuvieron vivencias similares, se trata de simpatía. Es decir, si me angustio ante una situación ajena porque me recuerda a una situación mía, no estoy siendo empático, porque fui a mi experiencia, me desconecté de la experiencia del otro. Por fuera parece que hay conexión, pero en realidad, cada uno está afectado por lo suyo.

Carl Rogers llamó «experiencia similar» a cuando hay simpatía en la apertura, es decir, cuando la historia que escucho me lleva a la mía y me saca de la experiencia del otro. Ya fuera de su marco, la escucha se vuelve sesgada, y se contamina la experiencia del otro con mis propias impresiones. Esta dinámica es una de las fuentes de malos entendidos mas invisibles y comunes a la vez. Quizás, creo yo, porque aunque nos aleja de un conocimiento mas profundo del otro, nos da una reconfortante ilusión de conexión que puede ser igualmente sanadora.

A pesar de la romantización en el cine, lograr una conexión empática, no es automático ni instintivo como sí puede ser la simpatía, sino que requiere un arduo trabajo interno, tanto intelectual como emocional.

La experiencia en común no garantiza la empatía. Puede servir de apoyo, nos proporciona un pequeño empujón que nos acerca para empezar a construir un puente hacia el marco de realidad del otro. Un lugar libre de sesgos, y mas humilde para empezar a enlazar con una vivencia ajena, es un genuino intento de comprensión empática. Un lugar que vacié de mis historias, para que habiten las suyas, y desde el cual admito que no sé y no entiendo qué le está pasando. Espero, paciente los tiempos del otro, que cuando lo considere oportuno, habitará ese espacio mutuo con sus experiencias. No hay ruidos de mi propio mundo que puedan producir interferencias. Recibo su mundo en este espacio nuevo que se creó del encuentro entre los dos. No estoy pensando qué decir o responder, solo escucho. Estamos construyendo un puente.

La complejidad del modelo es tal que permite abordar diversas situaciones sin poder reducirse a una única definición. Es claro que cuanto más similar seamos a alguien, más fácil será acercarnos a su mundo interior, y viceversa. Las áreas de afinidad son apenas el primer paso hacia la profundidad de la empatía.